
EL PODER DE LA PALABRA HABLADA
El centro cerebral que controla el lenguaje, tiene poder y dominio sobre todos los demás centros cerebrales.
El centro del habla, y el nervio que controla el lenguaje tienen tal poder sobre todo el cuerpo que una persona, simplemente hablando, puede controlar todo su cuerpo y manipularlo a la manera que desea. Por ejemplo: Si alguien dice “me voy a debilitar”, todos los nervios de su cuerpo reciben el mensaje, y todos juntos dicen “¡Oh, prepárense para debilitarse! Porque hemos recibido órdenes de la oficina central de ponernos todos débiles.
El uso apropiado del lenguaje es la clave del éxito para una persona.
La Biblia dice que cualquiera que sabe controlar su lengua, puede controlar todo su cuerpo.
Si nos empeñamos en decir que es pobre y no tiene oportunidades de salir adelante todo su sistema nervioso se predispone a mantenerlo en la miseria. Pero si usted se dice así mismo que es capaz de hacer de todo y que tendrá éxito en todo lo que emprende, entonces su sistema lo prepara para triunfar en la vida. Por esta razón nunca se debe hablar en sentido negativo.
Si no cambia su lenguaje previamente, no puede cambiarse así mismo. Adquiera el lenguaje de la Biblia, hable la palabra de fe. Alimente su sistema nervioso con un lenguaje creativo, edificante, progresivo y victorioso. Hable con las palabras de la Biblia, repítalas constantemente, hasta que ellos tomen posesión de su mente y de su cuerpo.
El Espíritu Santo necesita de su palabra, palabra bien definida, de visión y fe. Jesús uso la palabra hablada para crear, para transformar y para cambiar situaciones.
El Señor todo poderoso está limitado por sus labios y sus palabras.
Es el Espíritu Santo el que ve las necesidades específicamente y entonces permite la manifestación de un don fluir a través de alguien para suplir esa necesidad.
Proponga la libertad del Señor Jesús por medio de la palabra hablada.
La palabra hablada tiene todo el poder, y cuando usted suelta esa palabra, es la palabra y no usted la que opera los milagros.
Cristo depende de la palabra hablada para manifestar su presencia.
